PENSAR CON IMÁGENES, PINTAR CON PALABRAS
En el año 600 d. C. San Gregorio escribe: “La escritura es para los que saben leer lo que la pintura es para los que sólo pueden ver”, y los sabios y viejos abades y obispos se dieron cuenta rápidamente de que las doctrinas de la Iglesia podían ser enseñadas a través del ojo y los oídos, al igual que mediante la palabra hablada.
Desde el principio de los tiempos, la pintura y la escritura han estado íntimamente ligadas. Ya en la antigüedad, los egipcios utilizaban un sistema de símbolos, reconocido por todos, que son los Jeroglíficos. Éstos eran la representación de aquellos temas de la vida diaria de los habitantes de Egipto y su única forma de contar historias gráficas era plasmando en las paredes los dibujos que uno tras otro, representaban palabras y frases que son la base de la historia de ese pueblo.
Con el paso del tiempo, y con la invención de la escritura en base a letras, ambas artes, pintura y literatura, tienden a separarse en lo que respecta a lo práctico de su técnica. Si bien, la pintura busca en sus orígenes representar lo existente según la capacidad de cada artista; por su parte la escritura, que estaba ligada a sabios y filósofos, nació como una forma de contar la historia de una manera más masiva y más conservable en el tiempo.
Pero pensar ambas artes como independientes una de la otra, es casi imposible. Cada pintura se puede leer de cierta forma y cada texto es posible concebirlo en la mente con imágenes. En su Lógica, Aristóteles dijo que “las palabras habladas son los símbolos de
la experiencia mental y las palabras escritas son los símbolos de las palabras habladas”. Según Tai Tung, “los chinos definían la escritura como el habla pintada”. Algo semejante dice Voltaire: “La escritura es la pintura de la voz; cuanto más se le parece, mejor es”.
El reconocido pintor bogotano, Luis Caballero, define dos tipos de pintores: “Por un lado están quienes quieren decir algo y utilizan la pintura como lenguaje, y por otro los que pintan inconscientemente. Existen muy pocos casos de pintores que hayan empezado así; es un poco el caso de los surrealistas, que son intelectuales que quieren decir algo y emplean el lenguaje de la pintura como hubieran podido utilizar el de la literatura, el de la música o el del cine, es decir, gente con una idea en la cabeza, y que utiliza el lenguaje que tiene al lado para expresarla”
Asimismo, la filósofa española y teórica del arte, Charo Crego señala que “en el siglo XX, las vanguardias, incidieron en la necesidad de romper las fronteras que separan las artes (pintura, escultura, arquitectura, música o literatura) o los distintos medios y disciplinas, y en abordar el mundo desde una multiplicidad de puntos de vista”. Entonces la tendencia de la pintura hacia la escritura se vuelve evidente, en la mayoría de las obras gráficas, nos da la impresión de que son textos legibles. Cuando uno mira pinturas, es casi instintivo, tratar de comenzar a leerlas. “Pero, -continúa Crego- lo curioso es que, también en el siglo xx, la escritura se encamina a su vez hacia la pintura, como se puede apreciar en la atención que se empieza a prestar en aquellos momentos a la tipografía y a la disposición de la página”.
En resumen, es evidente que existe una relación intrínseca entre ambas artes, aunque esta se ha ido modificando con el paso de los años. Han ido ligadas en el tiempo, como parte fundamental del desarrollo del hombre, denotando cada época, cada período de la vida de éste. Pintura y escritura como características de un ser humano que piensa, siente, vive, hace historia y sueña.